sábado, 12 de marzo de 2016

FANFIC→ "Knots" — by SadLadyBug [2.5]

¡Hola de nuevo! Esta noche tenéis doble post, puesto que ayer me fue imposible publicar la review de Vikings. (Sí, acaba de empezar la serie y ya llevo retraso con las reviews...) Así que hoy tengo que compensar.

Preparaos ahora para el final del segundo capítulo del fanfic de Inuyasha. ¿Avanzará la relación de Rin y Sesshomaru? ¿Cómo terminará todo? Recordad que dejamos a Rin con el youkai empapado dentro de casa, y estaban a solas...



[Capítulo 2.4]

Knots — by SadLadyBug


Capítulo 2.5


Sí. Está empapado. La ligera tela de su kosode está ahora mojada y pesada, pegándose a la parte superior de su cuerpo. La piel que cubre sus hombros está revuelta y gotea. Su flequillo se pega a su frente, cubriendo la media luna que la adorna. El resto de su pelo cuelga sobre su cuerpo, empapado.


Levanta una de las mangas de su traje, que no deja de gotear, y le lanza una mirada casual antes de bajar el brazo de nuevo y colocarlo sobre sus muslos. "He estado bajo la lluvia".

Los ojos de la muchacha se abren, maldiciendo por no haberlo pensado antes. "¡Debe cambiarse, mi Lord! Se va a resfriar si no se cambia de ropa."

Él le lanza una larga mirada. "No soy susceptible a las enfermedades humanas. El agua no me dañará."

Rin casi pone los ojos en blanco por su estupidez. Claro que no le dañará. "Incluso si no va a ponerse enfermo, deberíamos hacer algo con su armadura. El cuero se echará a perder y el metal se oxidará."

Él no responde enseguida, como si estuviera considerando algo más grave que el daño que puede sufrir su armadura. Parpadea, y sus ojos permanecen cerrados un instante más de lo que deberían. "Muy bien."

Se pone en pie y se quita la piel de los hombros, dejándola en el suelo. Su mano va hacia el obi atado a su cintura, y comienza a deshacer los nudos. A Rin se le queda la boca seca. "Y-yo... iré a buscar una toalla." Antes de salir, mira la larga cabellera del Lord. "O tres."

Cuando vuelve, él está desabrochándose las tiras de cuero. La joven se agacha junto a la piel que el Lord ha dejado en el suelo y comienza a escurrirla. Cuanto más se entretenga con ello, menos tentada estará de mirar al Lord desvestirse.

Porque eso es lo que está ocurriendo. Justo ahí, justo en ese instante, en una casa vacía en mitad de una tormenta, Lord Sesshomaru se está desvistiendo. Ha sucedido lo mismo que cuando le pidió si podía cepillarle el pelo en el bosque: no se ha parado a pensar en las consecuencias de sus palabras hasta que han sucedido. Y tampoco es que se arrepienta. Quizás aquello sí que hubiera estado incluido en las mil y una cosas que quería que ocurrieran, pero jamás, ni en sus sueños más salvajes, había imaginado que aquello pudiera suceder de verdad. Quizás su suerte no fuera tan mala, al fin y al cabo.

La muchacha ve de reojo cómo el Lord deja las placas de cuero en el suelo. Las coge y comienza a escurrirlas con otra toalla, haciendo presión para que el agua salga y se seque todo bien. En sus manos el cuero se siente grueso pero flexible, y a esa distancia puede ver que a pesar de los años que tienen, están en una condición excelente. No le sorprende: casi nadie puede acercarse tanto al Lord como para dañar su armadura.

Se le ocurre entonces que eso es algo que seguramente haga Jaken, aunque ella jamás lo vio. Siente angustia al pensar que quizás la haya relegado al rango de sirvienta, pero desaparece cuando él cruza la habitación para coger una toalla y se sienta junto a ella, uniéndose a la tarea. Incluso si eso es algo que normalmente hiciera Jaken, se siente positiva al pensar que jamás lo habían hecho ellos dos juntos.

Un trueno estalla en el exterior y la joven da un brinco.

"¿Te asusta la tormenta?"

Rin ha evitado mirarlo desde que ha vuelto a la habitación con las toallas, pero cuando el Lord le habla levanta la mirada. Mientras que él continúa con la tarea, las manos de ella se quedan quietas. Se le hace muy extraño verlo vestido de esa manera, sólo con el blanco y rojo de la tela. La piel y la armadura que siempre lleva añaden volumen a su cuerpo, pero ni siquiera así se le ve frágil. Ahora la joven es libre de admirar los fuertes y anchos hombros del Lord que han sido moldeados durante siglos por cientos de batallas. Una pequeña y malvada parte de su cerebro le susurra a la joven que debería ofrecerle otra ropa para que pudiera cambiarse, pero rápidamente desecha esa idea y baja la cabeza para ocultar el rubor de sus mejillas.

"No, es que sólo me ha sorprendido, eso es todo."

Cuando la tarea está finalizada, coge las toallas mojadas y las aparta para alcanzar una seca. Se gira hacia él. "¿Le gustaría secarse el pelo, mi Lord?"

Él coge la toalla y la usa para ir escurriéndose el pelo a mechones, peinándolos después con sus garras para que queden lisos y en su sitio. Al sujetar toda su melena, ve que no es más que una espesa y empapada masa de cabello. Metódicamente, lo estruja para que el exceso de agua vaya desapareciendo, comenzando por arriba y descendiendo. Rin se da cuenta de que se ha quedado hipnotizada por ese simple acto, y no puede evitar pensar en la parte mala de tener tanto pelo. ¿Cómo se las apañaba cuando sólo tenía un brazo? Bañarse debía ser horrible.

Es un error pensar en baños y Lord Sesshomaru a la vez. Se lo imagina sentado, con la cintura sumergida en las aguas termales, con su cabellera de plata ondeando en la superficie, con las gotas de agua lanzando destellos al aire cuando se la lanza sobre la cabeza. Baja en forma de riachuelos por su cuello, por sus hombros. Por su nariz hacia sus labios, y...

"Rin."

La joven se sobresalta. El Lord está sujetando una toalla con una mano, y perezosamente pasando las garras de la otra mano por mechones de su pelo, con una expresión somnolienta en el rostro mientras observa el fuego.

Las palabras salen de su boca antes de que la joven tenga tiempo de pensárselas. "¿Le gustaría usar mi cepillo, Lord Sesshomaru?"

Los ojos de él la miran y la muchacha siente como pudieran ver a través de ella, y esos ojos que jamás la habían asustado antes —ni siquiera cuando estaban llenos de deseos de venganza o de ira— brillan ahora como si fueran los de un depredador. Pero a ella no le asusta esa mirada. Nada más lejos de eso.

Cuando el Lord parpadea, la máscara de indiferencia vuelve a su sitio. Asiente y se gira de nuevo para mirar el fuego.

La joven se pone en pie y corre a su habitación, ansiosa por escapar de aquel momento. Cuando está segura y fuera de la vista de él, se arrodilla y rebusca entre sus cosas en busca de su cepillo. ¿Qué ha sido esa mirada? ¿Se la ha imaginado ella? Seguramente sólo haya sido un destello de la hoguera. De todas formas, su corazón se ha acelerado hasta límites insospechados. Después de respirar hondo un par de veces y recuperar la compostura, regresa a la habitación en la que él la está esperando.

Rin se arrodilla de nuevo junto a él y le ofrece su cepillo. "Aquí tiene."

La mirada de él baja hacia el cepillo, pero no lo coge. En lugar de eso, levanta la vista de nuevo hacia ella por un instante y después se gira, dándole la espalda.

Por un segundo, la joven se siente confusa, pero después se da cuenta de lo que está ocurriendo. Es una petición.

Ahora él no está siguiéndole la corriente a sus tontas indirectas. Está invitándola a acercarse, a tocarle. Algo cálido se expande en el pecho de Rin cuando se acerca a la espalda del Lord.

Desafortunadamente, la escena que contempla ahora la joven no es como la que vivió meses atrás en el bosque. La tormenta se ha cebado con el Lord y su cabello es, verdaderamente, un desastre. La cascada de pelo plateado es como paja, con mechones húmedos agrupados y enredados entre sí. Va a tener mucho trabajo por delante.

Es mejor comenzar por el principio. Las puntas es la parte que está peor, así que se centra en ellas para empezar. Le toma más tiempo del que ella pensaba deshacer los nudos y enredos. En el exterior la tormenta sigue rugiendo con fuerza, y la lluvia golpea las paredes y el techo de la cabaña. Rin tararea para sí misma para ahogar el ruido.

Una vez que las puntas de su cabello están desenredadas, pasa a la zona más alta, que es un desastre. La única forma de deshacer los nudos es ir mechón por mechón. Escoge unos cuantos y sigue con su trabajo, separando el cabello con los dedos y peinándolo con el cepillo. Y mientras lo hace, se da cuenta de que está vez la armadura del youkai no se interpone entre sus cuerpos como barrera. Cuando ve que ya ha logrado dejar le pelo liso en una zona, pasa a la siguiente, pasando el cepillo por todo el cabello hasta la parte de abajo, rozando suavemente la espalda de él. Sesshomaru no reacciona, y en un acto de atrevimiento le acaricia el pelo con la mano. Con ese contacto, la espalda de él se arquea por un instante ínfimo antes de relajarse de nuevo. Ella contiene el aliento, esperando una reprimenda por parte de él, pero no dice nada. Se lo toma como una forma de aceptación y continúa con su trabajo, con una sonrisa en los labios.

Una vez le ha cogido el ritmo al trabajo y su confianza aumenta, avanza más deprisa, desenredando zonas más extensas cada vez, pero siempre tomándose un tiempo para peinar y recolocar cada mechón con la mano, una vez acabado de peinar. Después de aquella primera vez, él no vuelve a moverse lo más mínimo bajo el contacto con ella. Si lo ocurrido en su última visita en el bosque había sido algo sin precedentes, no era nada en comparación con los eventos que habían tenido lugar ese mismo día. Y a pesar de que ella aún está un poco molesta porque la tormenta los hubiera interrumpido cuando estaban en el bosque, también le está muy agradecida. Sin ella, no estarían en esa posición ahora. Verdaderamente, el universo funciona de forma misteriosa.

Perdida en sus pensamientos, subestima la magnitud de uno de los enredos y pasa el cepillo por él con fuerza, obligando al Lord a inclinar la cabeza en esa dirección.

Da un respingo. "¡Lo siento mucho! ¿Le he hecho daño?"

Él resopla. "Ni de lejos." Ella continúa entonces, pero con más precaución, y después de un tiempo, la gran masa enmarañada de pelo queda reluciente y suave de nuevo. Y ahora ella está en un punto muerto.

Revisa el cabello de él y observa unos mechones pegados contra el cuello del Lord, pero duda a la hora de alzar la mano y recogerlos. Como todo en ese día, eso es territorio desconocido. Quizás él haya iniciado el contacto, pero eso no significa que ahora ella sea libre de hacer lo que quiera. Las fronteras entre los dos parecen estar desapareciendo, lo que es estimulante y a la vez desequilibrado. Casi se echa a reír al pensar que ese dilema es igual al problema al que se enfrenta: sabe lo que quiere, pero está esperando a que le den permiso para proceder.

Y Rin sabe que él no puede leerle la mente, no verdaderamente, pero parece darse cuenta de lo que le sucede a la joven y le concede las palabras que ella quiere oír: "Termina, si quieres."

Con manos temblorosas, se pone de rodillas y alza el cepillo, alcanzando el cabello sobre los hombros del Lord, y después el de la base del cuello. Coge algunos mechones gruesos y los aleja de la pálida piel de su cuello, que se curva hacia el hombro. Separa el cabello con los dedos y se le enreda un poco en la muñeca.

Cuando las hebras del cepillo rozan su piel, tensa los hombros por un instante antes de relajarlos de nuevo. Y cuando la joven ve que se ha acostumbrado a aquello, toma más riesgos, pasando sus dedos por el cabello y rozando su piel. La respiración de él se detiene por un instante, pero es tan breve que la joven piensa que se lo ha imaginado. La está matando el no ser capaz de ver las reacciones de él. Es cierto que es difícil o casi imposible leer sus expresiones la mayor parte del tiempo, pero no ser capaz de ver los pequeños destellos de emoción que a veces salen a la superficie a medida que ella intenta hacer desaparecer la separación entre ellos es demasiado. Se apoya más en la pierna derecha y se inclina un poco, intentando verle la cara.

Está distante, como siempre, con los ojos fijos en la pared frente a él. Con lo cerca que está, la muchacha es capaz de ver los estallidos de color de sus ojos, que pasan del cobre al oro. Por lo que ve, su expresión es calmada, serena y relajada. No hay nada que indique incomodidad o disgusto ante las acciones de la joven, y se siente agradecida por ello. Está a punto de ponerse recta de nuevo cuando se da cuenta de que las manos del Lord están fijas sobre sus rodillas, en forma de puño y con los nudillos blancos por la tensión. El contraste le parece curioso, y se inclina sólo un poco más, para verlo más de cerca...

Los dedos de la muchacha rozan su oreja, y los ojos de Sesshomaru revolotean un instante por la habitación antes de fijarse en los de ella. El repentino movimiento hace que Rin pierda el equilibrio; automáticamente se apoya en los hombros del Lord para no caerse. Un largo y tenso instante pasa mientras él la mira fijamente, inquebrantable. Ella sabe que debería retirar sus manos del cuerpo de él, pero el cuerpo no le responde. Se ha quedado paralizada, como un animal cuando siente un depredador cerca. El rostro de él se mantiene inexpresivo, pero Rin tiene la sensación de que se siente decepcionado por ella.

Y, ¿por qué no debería estarlo? Obviamente ha invadido su espacio. Él le había permitido cepillarle el pelo, pero no toquetearlo. ¿En qué había estado pensando? Está a punto de separarse y pedirle disculpas cuando un grito invade la habitación.

"¡Rin!"

La puerta se abre de par en par y Kaede aparece, con la ropa empapada goteando sobre las tablas de madera del suelo.

"¡Señora Kaede!" Rin se pone en pie en un instante, pero la ceja arqueada de la anciana le confirma que ha visto suficiente, y la escena es verdaderamente escandalosa. Su joven e inocente pupila apoyada sobre un youkai medio desvestido, con las caras a apenas unos centímetros de distancia a la luz de una hoguera en una casa vacía. La joven resiste el impulso de soltar un quejido y se promete a sí misma no volver a confiar en el universo jamás, puesto que éste tiene un macabro sentido del humor.

Va a buscar una toalla seca y la coloca sobre los hombros de Kaede. La conduce hasta el fuego, frotándole los brazos y la espalda. En ese momento recuerda lo anciana y frágil que es la mujer, a pesar de su ingenio y su personalidad sin sentido. "¿La alcanzó la tormenta?"

"Estaba cruzando la villa para atender a Fu, que se ha roto el tobillo, cuando comenzó a diluviar. Me imploraron que me quedara en su casa esta noche, pero insistí en que debía regresar al templo."

Rin suspira. "Desearía que no hubiera tenido que caminar así bajo la lluvia, señora Kaede. Ahora cogerá un resfriado." La conversación le parece un dejà vú, aunque esta vez está verdaderamente preocupada.

Kaede le hace un ademán con la mano y se ajusta la manta alrededor del cuerpo. "Soy una curandera, niña. Me las apañaré. Además, quería asegurarme de que estuvieras a salvo." Rin se da cuenta de la mirada que le lanza la anciana al youkai que está sentado frente a ella.

"Estoy bien, señora Kaede. Debería saber a estas alturas que Lord Sesshomaru siempre me protege."

"Hm. Y yo me pregunto, ¿de qué te protege?" Lo que implican esas palabras tampoco pasa desapercibido para la muchacha, y es imposible que el Lord no lo haya entendido, pero mira a Kaede con indiferencia. Rin siente el deseo de alzar la voz y defender al Lord, pero la anciana se le adelanta.

"¿Qué es lo que tienes en el pelo, niña? ¿Cincoenrama? (N.T.: Un tipo de flor)

"¡Oh!" Casi se le había olvidado. Sus dedos alcanzan la flor que reposa tras su oreja. "No, sólo es una flor silvestre. Yo... la he encontrado esta tarde, mientras buscábamos hierbas medicinales." De alguna forma, se niega a contarle toda la verdad a Kaede; es su secreto. De ella y de Sesshomaru. 

"¿Esta tarde? Ya se ha marchitado."

Rin coge la flor de detrás de su oreja y la deja en su regazo. Ve que Kaede tiene razón. El dorado de los pétalos, tan vibrante horas antes, está ahora desapareciendo por los bordes. Y le falta un pétalo, probablemente consecuencia de su rápida huida de la tormenta. Le duele el corazón al ver la manifestación de los momentos que ha vivido, marchitándose frente a ella.

Su voz suena triste. "Era preciosa, antes."

"Seguro que lo era, niña." Posa una mano en el hombro de Rin. "Pero ya sabes lo que te digo de las flores. Están mejor si las dejas donde están. Todo se marchita y muere si lo sacas de su hábitat natural."

Rin es lo suficientemente mayor para reconocer una advertencia cuando la oye. Mira a Kaede, pero la anciana está girada, lanzándole a Sesshomaru una mirada fría como el acero, mientras él se mantiene alejado, observando las tablas del suelo. La expresión de él es lejana, como si ni siquiera estuviera prestando atención, como si las palabras de Kaede no fueran dignas de su consideración. Y quizás no lo fueran. Al fin y al cabo, Sesshomaru nunca retrocedía ante un desafío, y no era probable que fuera a dejarse intimidar por una anciana humana.

Rin ignora deliberadamente el tic de su mandíbula y se gira hacia Kaede, con un suspiro de derrota. "Por favor, señora Kaede, debe ir a cambiarse y ponerse ropa seca. Le prepararé un té."

La anciana se levanta y sale de la habitación, y Rin se entretiene con el set de té. Intenta cruzar una mirada con Sesshomaru, sonreírle, o hacer algo para hacerle ver que ella no quería decir eso o no importa lo que piense ella, pero los ojos de él la evitan. El Lord está tan lejos que quizás esté en otro planeta.

Beben té en un incómodo silencio, sólo roto por los fallidos intentos de Rin de iniciar conversación. Las respuestas de Kaede son escuetas, y Lord Sesshomaru ni siquiera dice nada, sólo bebe té calmadamente y evita las miradas preocupadas de la muchacha. A su alrededor, la tormenta ruge con fuerza. Al final, cuando ella le da las buenas noches, él inclina levemente la cabeza para despedirla.

Cuando se despierta el sol ha regresado, pero él se ha marchado.




Aquí termina el segundo episodio. Como os prometí, lo he terminado en 5 partes, pero me ha costado muchísimo. ¡La parte de hoy ha sido súper larga! Ahora toca el episodio 3, que os prometo que no os decepcionará. 

—Amonet. 

2 comentarios:

  1. Si supiera Rin que seguro Sesshoumaru se estaba aguantando las ganas de echársela encima y no para comersela; bueno algo hay de eso. Qué frustración, siempre tan cercas y... Viene algo y todo se arruina.
    Demonios Sesshoumaru, deberías ser más directo con ella.
    "Rin, este Sesshoumaru quiere que seas su compañera y madre de sus cachorros"
    Ni modo que alguien te diga que no.



    Pd: Señora Kaede debio regresar hasta otro día.

    Pd(2):Gracias por el tremendo trabajo que hacer al traeremos este fic.

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    1. ¡Se me pasó por completo este comentario! Ayyy

      Me pone algo nerviosa ver cómo los dos se pasan la vida dando vueltas alrededor del otro sin llegar a rozarse, cuando obviamente los dos quieren lo mismo... Quiero que aclaren las cosas ya :(

      Es un placer traducir el fanfic, sobre todo sabiendo que hay gente a la que le gusta tanto como a ti ^^♥

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